Devuélvase al remitente

Nakamura Yosuke se perdió en la ciudad japonesa de Chiba. Extraviarse en una hiperactiva urbe nipona ha de ser una situación enrevesada, complicada y angustiosa. Con tanto oriental trajeado empujándose por las aceras, recobrar el camino correcto no puede resultar sencillo. No obstante, uno siempre puede contar con el auxilio de las autoridades. Yosuke comunicó a los agentes del orden la dirección de su domicilio y los guardias, siempre deseosos de ayudar al contribuyente, lo acompañaron de vuelta al hogar.

Tras su aventura, Nakamura Yosuke se ha convertido en una celebridad mundial.

-¿Por contarle a un guardia urbano dónde vive?

Pues sí. Por eso y porque Yosuke no es humano, sino un lorito gris tan espabilado como charlatán.

De todos modos, si bien el bicho tiene mucho mérito, es fuerza reconocer que los agentes lo tuvieron bien sencillo. Más complicada era la labor de los carteros madrileños a cuyo cargo estaba distribuir la numerosa correspondencia de don Ramón María del Valle-Inclán.


Entre las numerosas manías del gallego descollaba el odio africano que sentía por el también dramaturgo don José Echegaray. Para mayor tormento de don Ramón, uno de sus mejores amigos y frecuente corresponsal residía precisamente en la madrileña calle de Echegaray. Con objeto de evitarse escribir el apellido odiado, don Ramón dirigía sus cartas a la "Calle del Viejo Chocho". Sorpren- dentemente, casi todas llegaban a su destino. El pontevedrés lo celebraba gritando, con su peculiar ceceo:

"- ¡Pero qué liztos que zon los carteroz de Madrid!"

Si algún día me compro un loro pienso enseñarle la frase de don Ramón. No me lo traerán a casa, pero en Correos se lo van a rifar.
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