Hace un par de meses, mi padre me entregó una bonita piedra de color gris acerado que le habían, a su vez, regalado en un taller de orfebrería. Como no sabía qué hacer con el pedrusco, decidí reconvertirlo en amuleto y llevármelo a las entrevistas de trabajo por ver si atraía la buena suerte.
¿Que si funciona? No sabría decirles. Soy poco supersticioso y de amuletos no entiendo mucho, pero sospecho que sentir los efectos de una feroz descomposición intestinal en plena entrevista, no es el mejor indicio de su efectividad.
A partir de mañana, el chinarro oficia de pisapapeles. Es más seguro.
jueves, diciembre 03, 2009
El Amuleto
Categorías: geología, suerte, yo mismo y mi circunstancia
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5 comentarios:
Pero Capi, ¿Acaso no se da cuenta de que en realidad es una cagarruta del Becerro de Oro?
Ains... Qué poco observador... Tsss...
Me temo, Capitán, que la reconversión en amuleto le salió chunga. No tire esa preciosa piedra y llévesela a Pedro Volta, un chamán que tiene su despacho en la calle Almansa, esquina Bravo Murillo; seguro que se la acondiciona.
Tienes que echar sal en un vaso, poner la piedra y cubrirla con sal hasta taparla por completo, creo que también ponerla en la ventana para que pase la noche al raso (aunque no estoy muy segura de esto último). Una vez hecho eso, estará limpia de las energías (que pueden ser positivas o negativas, de ahí la tentativa de giñamiento) de toda la gente que la ha tocado previamente y podrás usarla.
¿de qué conozco yo esta chorrada? No tengo ni idea..
Deneb.
Grénmabar:
Pues defeca a plazos, el bicho.
Bwana, Deneb:
Conocen ustedes gentes muy curiosas, afirmo.
¿Vos no teníais cierto parecido con Clark Kent? Y yo me pregunto, ¿Acaso no será eso un pedazo de Kryptonita? Id con cuidado, querido Capi, id con mucho cuidado... Las piedras las carga el diablo.
Besitos
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