Estos días la historia de Nadia, una mujer afgana que hubo de suplantar la identidad de su hermano muerto para auxiliar a su familia, ha ocupado una considerable dosis de papel escrito y ondas hertzianas. Aprovechando el tirón, como uno tiene una considerable propensión a recrearse en historias de antaño les voy a relatar hoy la vida de quien tal vez sea el más célebre polizón de sexos y escamoteador de identidades de toda la historia: Charles Geneviève Louis Auguste André Timothée Éon de Beaumont, el caballero d'Eon o, cuando la ocasión lo requería, Geneviève Charles Louis Auguste André Timothée Éon de Beaumont, la dama d'Eon.
D'Eon nació en 1728, de familia noble aunque de pocos posibles y fue bautizado con la primera y masculina variante de su nombre (el diría más tarde que para estafar a un tío rico preocupado con la conservación del estirpe masculina y que de este modo le nombrara heredero). El caso es que fue educado como varón, adquirió notables destrezas como espadachín y comenzó una prometedora carrera de espía al servicio de Luis XV. En cumplimiento de sus funciones viajo a Rusia, donde Charles se convirtió en Geneviève, se colocó de camarera imperial y se hinchó a espiar y chafardear. Hay quien dice que, aprovechando la ocasión, fornicó tanto como cotilleó. ¡Vayan ustedes a saber la verdad después de tanto tiempo!
En cualquier caso, llegó un momento en que los rusos empezaron a mirarle raro, de modo que Geneviève lio el petate y desapareció del mapa para reaparecer en Londres con su uniforme de dragón del Rey y su correspondiente nombre masculino. Por allí anduvo cotilleando al servicio de su Majestad gabacha don Luis XV de Borbón hasta que éste se murió. Entonces, d'Eon decidió retirarse, pedir una pensión a su sucesor y dedicarse al ocio. El nuevo rey le comunicó que aceptaría dicha petición si aquel admitía ser mujer y acallaba de este modo los preocupantes rumores que llegaban desde Rusia.
A d'Eon, que ya le había cogido el truco a eso de cambiar de identidad, no le importó demasiado, cobró la pensión, consiguió un aumento de la misma destinada a comprarse su nuevo y femenil guardarropa y vivió como mujer el resto de su vida. Para suplementar sus ingresos daba exhibiciones de esgrima y contrataba la publicación de autobiografías que después no escribía, para aliviar la soledad y tener alguien con quien charlar, se fue a vivir con una viuda inglesa, una tal señora Cole, en cuya casa murió el 21 de mayo de 1810.
Tras el óbito, unos médicos decidieron examinar su cuerpo para acabar con las dudas; a fin de cuentas había más de una puja abierta en las casa de apuestas londinenses. El veredicto fue concluyente: Charles-Geneviève tenía todo lo necesario para ser Charles y sin queja posible respecto al tamaño.
No sé por qué sospecho que, si hubieran preguntado a la señora Cole, se hubieran ahorrado la autopsia.
jueves, noviembre 16, 2006
De damas y caballeros
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7 comentarios:
Jajjaja! no creo que necesitaran la tal autopsia... supongo que con bajarle los calzones (tal como seguramente les hubiera indicado la sra cole, por su gran experiencia), les hubiera valido...
Me gusta la idea... Tal vez me la apropie y decida, según los casos, hacerme pasar por hombre.
Por cierto, hace poco leí un libro "Historia del rey transparente". La protagonista opta por hacerse pasar por caballero. Creo que si yo hubiera vivido en el medievo, probablemente y aún a riesgo de que me pusieran en el cepo, me hubiera hecho pasar por caballero. Era muchísimo más divertido...
Besitossssss
Pues sí, divertido y curioso asunto...
Ilumínanos con otras anécdotas edificantes como que pusieron una cuchilla nueva en la guillotina para que la re-estrenase Robespierre...
Un saludo.
Léase "La cámara de Baltus" (no es una orden, es un consejo).
Caraaaamba... tengo por el manga japones "Chevalier D'Eon" pendiente de ver... no tenía ni idea de que estuviese basado en algo real O_o
Vampi:
Lo mismo la autopsia consistió en eso, que era 1810.
Esther:
En el cepo no, cariño... la pena por el travestismo era la hoguera.
Jatqlz:
Es que Robespierre se lo había ganado a pulso. De todos modos estaba seminconsciente cuando lo guillotinaron, así que no debió notarlo demasiado.
Gin:
Como si fuera una orden.
Fernando*:
Vaya, instrucción mutua se llama eso. Yo desconocía que hubiera un manga que se hubiera aprovechado de esta historia.
Teneis razón Capi. Lo cierto es que no sé como cometí ese gran error. Supongo que de nuevo se lo debo a las horas intempestivas que, en ocasiones, elijo para leeros y contestaros.
Mis disculpas
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