jueves, noviembre 15, 2007

De cómo un suspenso salvó a la China

Comoquiera que el suspenso es amenaza que acecha a todos los que en estudiar nos empeñamos y que la oposición, como la pólvora y los tallarines es invento del Celeste Imperio voy a aprovechar este espacio para contar una consoladora y verídica historia oriental.

Allá a principios del siglo XVII, el joven Yuan Chonghuan era la desesperación de sus honorables e industriosos progenitores. Por más que se presentaba a las más relumbrantes oposiciones imperiales, el joven Yuan, que se aburría soberanamente memorizando a Confucio y Lao-Tsé, tornaba siempre a casa cargado de calabazas chinas. A él, lo que le gustaba de verdad era viajar, conversar con los misioneros jesuitas y examinar el armamento occidental que importaban los portugueses. Tras mucho insistir, el perpetuo estudiante, que ya contaba 35 años, consiguió aprobar unas oposiciones muy menores: segundo secretario del inspector de artillería del Ejército Imperial.

El nombre del prota en su lengua natal


En virtud de su nuevo cargo, el funcionario novato fue enviado al lejano norte. Allí, las desmoralizadas tropas del Emperador se batían en franca retirada ante la pujante ofensiva del caudillo manchú Nurhaci. En tales circunstancias y con el decadente imperio de los Ming deshaciéndose como un castillo de naipes lo verdaderamente necesario era un milagro. A falta de uno, un poco de inspección no vendría del todo mal.

Sin embargo, fue llegar Yuan al frente y desencadenarse el Apocalipsis. En lo más crudo del duro invierno de 1626, Nurhaci y sus 160.000 aguerridos jinetes atravesaron en tromba la frontera. Contra la horda manchú los asustados militares chinos no pudieron reunir más de 9,000 hombres y unos pocos cañones. Al frente de estos últimos y a falta de artilleros experimentados se situó el inexperto Yuan. Total, ya que iban a morir todos de un modo horrible y deshonroso, que por lo menos el novato se divirtiera con sus trastos favoritos y, de paso, cargara con la culpa del desastre. La decisión torció la mano del destino. Yuan sería un zoquete memorizando proverbios, pero dirigiendo la artillería era un genio. El primer disparo de sus cañones desmontó al caudillo invasor, lo hirió de muerte y puso a sus hombres en retirada.

Nurhaci posando antes de ser cañoneado


¿La suerte del principiante? No. El mediocre opositor ocultaba un militar de primer orden: resuelto, decidido, honesto, y fanáticamente leal al Emperador. Oportunamente elevado al generalato, Yuan Chonghuan reocupó las perdidas provincias de Jinzhou y Liaodong, bloqueó el contraataque manchú y, efectivamente, aplazó unos pocos años el inevitable ocaso de la dinastía Ming.

Hasta aquí el relato resulta muy consolador para aquellos que tenemos tendencia a trabucar artículos del Código Civil y farfullar fragmentos del Reglamento Hipotecario. Sin embargo, la historia de Yuan Chonghuan tiene un triste y descorazonador epílogo.


Pero este ya lo contaré mañana.

7 comentarios:

Esther Hhhh dijo...

Me consolais, Capi, creo que ya sé que voy a hacer con Contabilidad: Lanzar mis hordes contra los profesores hasta que se rindan y me aprueben, jejejeje....

Por cierto Capi, vos que sois consumado relatista ¿cómo es posible que hayais cometido el error de repetir una palabra en el texto?

Os copio la frase en cuestión para que subsaneis la errata, jejeje: "El mediocre opositor ocultaba un militar de primer orden: resuelto, decidido, honesto, decidido y fanáticamente leal al Emperador"

Besitossssssssss

Achab dijo...

Fácil de explicar. Decidí cambiar el orden de lso adjetivos y se me olvidó borrar el emplazamiento original.

Corregido.

blondie dijo...

Ya me parecía a mi que esto de opositar tenía un punto de tortura china, ;-)

Espero con ganas el epílogo.

Anónimo dijo...

Pero aparte del epílogo, lo que me interesa saber es cual es tu pasión secreta, la vocación esa con la que sueñas cuando te trabucas con los articulitos de marras...

Tamaruca dijo...

Es que dirigir (cañones, hombres, lo que sea) es mucho más divertido que memorizar, tiene razón Yuan.

Ginebra dijo...

No se estará pensando dejar las oposiciones y alistarse ¿no?

Achab dijo...

Blondie:

Líng Chí.

Glenclous:

Vivir de mi pluma. La de escribir. La otra no es rentable.

Tamaruca:

Pero acaba muy mal, ¿eh?

Ginebra:

De segundo secretario del inspector de artillería.