En 1839, un nutrido contingente de tropas británicas cruzó la frontera que separaba la India de Afganistán. El gobierno inglés, muy interesado en quedar bien con el público, aclaró que no se trataba de una acción de guerra. Las tropas de su majestad la Reina Victoria tan sólo estaban allí para ayudar al depuesto y agraviado Shah Shujah a recuperar su trono. Misión de paz, que se diría ahora.
Los afganos, mira que son cerriles por esas tierras, no captaron la diferencia. Eso de que anduvieran por allí pegando tiros unos tipos rubios vestidos de rojo que no eran parientes de nadie les sonaba a invasión. Asesinaron al tal Shujah, tomaron prisionero al comandante de la guarnición inglesa en Kabul y masacraron a sus tropas. Solucionado el asunto, los hospitalarios nativos regresaron a sus labores cotidianas: pastorear cabras, robar al vecino, acuchillarse por la espalda y ponerse de opio hasta el corvejón.
En la actualidad, son las tropas de la OTAN quienes se pasean, fusil al hombro, por el desolado yermo afgano. Los norteamericanos, brutotes pero sinceros, lo llaman "guerra contra el terrorismo"; los españoles, como antaño los ingleses, sostenemos que se trata de una misión de paz; los afganos, por su parte, reaccionan como es costumbre.
Un lugar de arraigadas tradiciones el lejano Afganistán.
Los afganos, mira que son cerriles por esas tierras, no captaron la diferencia. Eso de que anduvieran por allí pegando tiros unos tipos rubios vestidos de rojo que no eran parientes de nadie les sonaba a invasión. Asesinaron al tal Shujah, tomaron prisionero al comandante de la guarnición inglesa en Kabul y masacraron a sus tropas. Solucionado el asunto, los hospitalarios nativos regresaron a sus labores cotidianas: pastorear cabras, robar al vecino, acuchillarse por la espalda y ponerse de opio hasta el corvejón.
En la actualidad, son las tropas de la OTAN quienes se pasean, fusil al hombro, por el desolado yermo afgano. Los norteamericanos, brutotes pero sinceros, lo llaman "guerra contra el terrorismo"; los españoles, como antaño los ingleses, sostenemos que se trata de una misión de paz; los afganos, por su parte, reaccionan como es costumbre.
Un lugar de arraigadas tradiciones el lejano Afganistán.
6 comentarios:
No importa.El Desgobierno dice que lo de Afganistan no es una guerra...se nota que los muertos no son suyos.
A lo mejor es preferible una guerra sin muertos que una "no-guerra" con un montón de ellos.Pero esto son cosas mias y de mi mania de llamar a las cosas por su nombre.
Lo malo es que la historia se repite.
¡Y lo que te contaré morena con la 3ra guerra mundial! (Perdón, quise decir moreno)
Y con todo respeto, no sé qué tanto se sorprenden o escandalizan cuando un militar de carrera, de misión en una zona en conflicto de otro continente se muere...¿Hasta cierto punto no era lo más probable? ¿O la familia de verdad esperaba que los tiros no fueran con él?
Es que esas costumbres son muy dificilísimas de quitar, hombre.
Criaturilla:
No, es un picnic con camellos.
Vir:
¿Eso no era una canción?
Cubana:
Supongo que es cuestión de cruzar los dedos y rezar por que no te toque.
Ginebra:
Sobre todo con lo aburrida que es la tele en Afganistán.
Ay, pues no sé... ahora mismo me pillas en un renuncio.
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