El viernes pasado, a eso de las ocho de la tarde, se produjo un incidente bien curioso en la calle Génova de Madrid.
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Por la mañana, una votación unánime del Consejo General del Poder Judicial había suspendido en sus funciones al juez Baltasar Garzón. La infrecuente unanimidad de los togados tiene una explicación sencilla: estaban obligados, por ley(1), a decretar la suspensión. Publicada la noticia en los periódicos, una sorprendente consigna se extendió por los teléfonos de la hinchada garzonesca:
"Concentración a las 20.00. Que Franco no se vaya de rositas... ¡Pásalo!"
El riesgo era improbable, pues la rosa es una flor con pedigrí socialista y el dictador ferrolano lleva treinta y cinco años dedicado al cultivo de malvas. Con todo, un nutrido grupo de ciudadanos se presentó en la Audiencia Nacional para abuchear a los consejeros.
Dejando al margen que la sede del Consejo General queda cincuenta metros más abajo del lugar del griterío, la protesta parece bastante injusta. Hubiera entendido que pusieran el grito en el cielo cuando su ídolo fue imputado. Armar la tremolina por la consecuente suspensión automática equivale a vengarse del guardia que te puso una multa escupiendo al cartero que te trae el resguardo. No crean, sin embargo, que la cosa quedó ahí. Cuando los protestones se hartaron de despotricar contra los jueces, anduvieron un par de manzanas y se desahogaron con más berridos frente a la sede del PP.
"Concentración a las 20.00. Que Franco no se vaya de rositas... ¡Pásalo!"
El riesgo era improbable, pues la rosa es una flor con pedigrí socialista y el dictador ferrolano lleva treinta y cinco años dedicado al cultivo de malvas. Con todo, un nutrido grupo de ciudadanos se presentó en la Audiencia Nacional para abuchear a los consejeros.
Dejando al margen que la sede del Consejo General queda cincuenta metros más abajo del lugar del griterío, la protesta parece bastante injusta. Hubiera entendido que pusieran el grito en el cielo cuando su ídolo fue imputado. Armar la tremolina por la consecuente suspensión automática equivale a vengarse del guardia que te puso una multa escupiendo al cartero que te trae el resguardo. No crean, sin embargo, que la cosa quedó ahí. Cuando los protestones se hartaron de despotricar contra los jueces, anduvieron un par de manzanas y se desahogaron con más berridos frente a la sede del PP.
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Ante tal colofón, la metáfora se queda corta. Esto, más que escupirle al cartero, es aprovechar que has salido de casa para sonarte la nariz con la colada del vecino.
-ooOoo-
(1) Señala la Ley Orgánica del Poder Judicial:
Artículo 383.
La suspensión de los jueces y magistrados solo tendrá lugar en los casos siguientes:
Cuando se hubiere declarado haber lugar a proceder contra ellos por delitos cometidos en el ejercicio de sus funciones [...]
Artículo 384.
1. En los supuestos de los dos primeros apartados del artículo anterior, el juez o tribunal que conociera de la causa lo comunicará al Consejo General del Poder Judicial, quien hará efectiva la suspensión, previa audiencia del Ministerio Fiscal. [...]
2 comentarios:
Quizás el momento culminante fue cuando el juez Garzón lanzó besitos a sus incondicionales, ataviados de banderas preconstitucionales.
Fue emocionante, sin duda. Venga, todos a coro:
"Yo estoy con Garzón, como el mundo entero..."
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