Parece ser que en la nueva reforma de la Educación Primaria se van a a aumentar las horas dedicadas al aprendizaje de idiomas extranjeros. Debe ser que las delirantes experiencias poliglósicas de nuestros dos últimos presidentes han llevado a nuestros gobernantes a meditar sobre lo difícil que resulta comunicarse mediante señas por esos mundos de Dios. Lo malo es que, para hacerle hueco a esos aprendizajes, se ha podado el tiempo que le correspondía a la lengua y literatura españolas. Total, han debido pensar, el castellano lo van a emplear para escribir mensajes de móvil y casi toda la literatura chula ya ha salido en DVD.
Pero esa es otra historia. Aquí, por tocar los testes un poco, de lo que voy a hablar es de los riesgos de aprender idiomas, que se lo crean o no existen. Sin ir más lejos, andaba yo el otro día de cenita sustanciosa cuando di en pedir la carta de postres y así redondear la parranda con la correspondiente sobredosis de chocolate y azúcar. El camarero, por un descuido, me dio la carta en inglés que reservan para los turistas y yo, que estaba más hambriento que avispado ni me percaté. Entiéndanme, no es que uno lleve su humilde poliglosia a los límites del general Gallieni, que pese a ser francés escribió sus memorias bajo el improbable y multicultural título de Erinnerungen of my life di ragazzo, pero en inglés me defiendo decentemente. Parte del mérito es de mis padres, que me apuntaron a clases extraescolares de inglés cuando el castellano aún lo tenía a medias. La otra parte coresponde a mi manía persecutoria contra los traductores, la cual ha hecho que leer en dicha lengua no me sea un acto en absoluto extraño.
Pues bien, tras un rápido vistazo a la carta, mi gula hizo la elección por mí. Llamé al camarero y empecé a pedirle el postre, pero, para mi consternación, éste no apuntaba nada en su libreta. Yo le repetí mi solicitud por ver si así enmendaba su desidia, pero su cara de pasmo me hizo, de pronto, caer en la absurda realidad: le estaba pidiendo que me trajera un trozo de tarta de queso con mermelada de limón y helado de vainilla con cubierta de chocolate caliente sirviéndome del idioma de Shakespeare, la glotonería de Falstaff y el acento de mi pueblo.
Lo que comentaba ante, si mis padres me hubieran apuntado a clases de judo esto no hubiera pasado. Claro, que para ver la tercera temporada de Lost tendría que esperar a que la estrenaran en TVE, de tres en tres capítulos y a horas descabelladas y, ¡qué demonios! por ahí si que no paso.
jueves, diciembre 07, 2006
Peligros de aprender idiomas
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8 comentarios:
Si le sirve de consuelo, mi Capitán, a mi me ha pasado más de una vez en el trabajo: estar atendiendo un avion extranjero, en inglés, y, al hablar por walkie con mi oficina, largarles una parrafada en inglés. Con un par, y sin darme cuenta.
Capitán, yo por LOST, soy capaz de tragarme los capítulos de 6 en 6 si hace falta.
Por cierto,¿ha podido usted atar los cabos sueltos que deja la primera y la segunda temporada?
Anita
Pues a mí me apuntaron a judo...
(pero además tengo el CAE, ojo)
¿Te has enganchado a LOST?
Pues a mi no me gusta LOST. En cuanto a los idiomas, algo de eso me ha pasado, jejejejeje. En Marraquech este verano, me paseaba del francés al inglés tan pancha, hasta que al final a mi querida Pando acababa hablandola en todo menos en castellano y ella me miraba, entonces le traducía mi conversación y la de nuestros interlocutores (mios, más bien, aunque eso sí, si le hubiera cobrado horas como traductora, me hubiera salido gratis el viaje)
En mi trabajo me pasa con el valenciano, allí es el idioma que tengo que utilizar (no voy a entrar en polémicas sobre si el valenciano es idioma o si es un dialecto de catalán, o si nos vamos más antiguo, lo es del latín) La cuestión es que lo mismo tengo que hablar con alguien en castellano y yo, tan pancha, sigo con la lengua de Joanot Martorell... Que le vamos a hacer... Es lo que tiene el bilingüismo)
Besitossssssss
PD: ¿Y nunca os ha pasado soñar en una lengua extranjera? Yo alguna vez he soñado en inglés... que comida de cabeza, por dios...
Mirusté, aquí el bilingüismo está muy arraigado, todo el mundo menos yo (que soy del Foro) habla correctamente la lengua de su cortijada y máhmenoh el español (el castellano ni de coña) así que qué quiere que le diga, lo que usted cuenta me pasa a mi cada vez que voy al mercadillo, que pido la fruta en castellano y me dan lo que me dan.
¿Podría ponerse en contacto conmigo el autor del blog?
No se asuste, no soy Borjamari.
Saludos.
jonmeirin@hotmail.com
Hámster:
Bienvenid al apasionante mundo de la poliglosia despistada.
Anita:
Yo me enganché a mitas de primera temporada, así que algún cabo suelto se me debió quedar entretanto. Para el resto tengo un montón de teorías absurdas. Coge papel y boli y te las cuento mientras criamos superopositores.
Florecilla:
Pero eso es porque tú eres una superhembra y todas esas cosas, ¿no?
Esther:
Pues soñar he soñado en castellano, inglés, francés, portugués y latín que me acuerde. Y todas las combinaciones posibles de estos.
Gin:
Como decía un conocido mío de Córdoba: ¡qué hagan oficial el idioma de los cabreros!
Jonmeirin:
Contactado he. Sorpréndame.
Me encuentro ahora mismo siguiendo 5 series en inglés por pura curiosidad. No puedo esperar a que las traigan aqui y las traduzcan... De paso estoy incrementando mi comprensión del idioma de don William, pero témome que de hablar nada. Y es que a mí sólo se me oye hablar en inglés con turistas iraníes a los que explicar que no sé dónde encontrar meretrices.
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