Cuando yo era un inocente prepúber ignorante de los placeres del wagnerianismo había una canción de "Los Nikis" que me hacía bastante gracia. Comenzaba tal que así:
"Ven a la fiesta, la fiesta medieval,
tengo un castillo con mesas de nogal.
Comeremos carne, beberemos vino
y las camareras pesarán noventa kilos."
Pues si tienen narices, que la intenten celebrar ahora, que ya verán lo que tarda la ministra de Sanidad en crucificarlos cabeza abajo en la plaza del mercado. La mencionada ministra, Elena Salgado, tiene aspecto de frágil e inocente rubita modosa, pero su talante habitual es más bien el que uno esperaría de un entusiasta y diligente SS-Oberstgruppenführer. Las dos eses valen por "Seguridad Social", no me sean malpensados.
Resulta que la tal señora, como a su Ministerio apenas le quedan competencias y un día sin hacer nada se te hace eterno, ha decidido emplear su tiempo en emprenderla contra todo asomo de vicio y combatir cualquier atisbo de insalubre exceso. Primero les tocó a los fumadores, pero ahora que los ha dejado tranquilos un rato -se conoce que habilitarles un ghetto conveniente o construirles un amplio Konzentrationslager se salía del presupuesto- le ha tocado la vez a aquellos ciudadanos propensos a la gula, que desde los buenos tiempos de Savonarola y Dulcino no habían recibido lo que les corresponde.
Los distribuidores de hamburguesas gigantescas fueron los primeros en conocer la ira ministerial. Los anunciantes de pizza llegaron después. Pero todo eso era sólo para coger carrerilla. El enemigo de verdad del buen y saludable ciudadano del mañana es el vino, que está en puertas de ser declarado "bebida alcohólica peligrosa". Esto, dicho en un país que tiene al vino como parte inseparable de su cultura, que produce algunos de los mejores caldos del planeta y en el que regiones enteras viven de su producción es, cuando menos una inconveniencia. No voy a decir que no tenga precedentes: Nicolás II prohibió el vodka, que era un monopolio estatal, al comenzar la Primera Guerra Mundial y consiguió arruinar al fisco.
Claro, que lo de la señora Salgado es algo más que una ocurrencia inconveniente. Es, además, una tontería como un piano de cola. Vale, admitamos que el vino es una bebida, que es alcohólica y también que es peligrosa si se consume de manera inmoderada e irresponsable. Como todas las bebidas alcohólicas, dicho sea de paso. Es más, si me apuran, como todas las bebidas y es que, argumentado así, habría que declarar el agua "bebida no alcohólica peligrosa", ya que un vaso de agua fría fue desencadenante del óbito de Felipe I, en la Francia medieval se ajusticiaba a las envenenadoras obligándoles a beber el líquido elemento hasta la muerte -con unos seis litros se consigue- y en el agua se hundió el Titanic tras chocar con un montón de agua congelada.
Pero casi mejor no dar ideas. Esta señora reflexiona un día que te puedes atragantar comiendo acelgas y capaz es de declararlas "verdura nociva de inclinación homicida".
viernes, diciembre 15, 2006
¡Penitenciatite!
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6 comentarios:
¡Ah, pues por mi, de perlas! (odio la textura de las acelgas)
ainss la verdad es que el ministerio tiene derecho a hacer las campañas que quiera a favor de nuestra salud, y claro nosotros a hacer todo el caso que queramos :)
Pero, ¿es que no tienen cosas que hacer en el Ministerio?
A mi parecer, ya es algo personal de la ministra, quien sabe que traumas tendrá la pobre.
Anita
En fin, ya no me extraña nada que venga de esta buena señora.
Igual había que declararle a ella "Política incompetente de ideología nociva".
Hombre, yo creo que en cierto modo es justo. Tan malo es el alcohol como el tabaco. Eso si. Si en los bares ya no se puede fumar, y se prohibe el beber... Pues aviados vamos. Tendran que cerrar el 100% de los bares, los pubs y las cervecerias. Amen de la mayor parte de los restaurantes, que sin un buen vino de acompañamiento, sin cigarro al final (y consecuentemente sin copas tampoco) se iban a ir a la porra en dos afeitados....
Esta bien que ahora que por fin parecen haber conseguido su empeño de convertirnos a nuestro pesar en un pais de servicios, no nos dejen hacer tampoco eso!
La ministra tendría que, si se me permite la rudeza, follar más y joder menos.
Por mi pueblo se la conoce como Marga Salgado... por aquello de la amargura que destila.
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