lunes, noviembre 12, 2007

El Rey se enfada


Vlad III, príncipe de Valaquia, era hombre de notable susceptibilidad.

Cuenta la leyenda rumana que, en cierta ocasión, el sultán envió a Valaquia un par de emisarios con la misión de protestar por los numerosos actos de piratería, rebelión y bandidaje que cometía el príncipe en cuestión. Vlad escuchó sus protestas con atención y añadió que él tenía otra queja que presentar: era inconcebible que en su real presencia los mensajeros hubieran sido tan descorteses de no quitarse el turbante.

Los emisarios replicaron que, conforme a la etiqueta turca la grosería hubiera sido quitárselo y que su alteza, que había pasado media vida de rehén en Estambul lo sabía muy bien. Vlad reconoció su error y, para no cometerlo otra vez, ordenó que les clavaran los turbantes al cráneo.

¡Y va Hugo Chávez y se queja de los arranques de nuestro Juan Carlos! Mucha camisa roja, mucha revolución y mucho Bolívar, pero este no agunta en Valaquia ni media hora.

7 comentarios:

Anónimo dijo...

Y no podemos regalarle el billete de avión a Valaquia????????

Esther Hhhh dijo...

Mirad Capi, de este "simpático" rey (Vlad III, digo) Ando yo leyendo últimamente, jejeje... Mira que es majo el tio.

Besitosssssss

Ginebra dijo...

Y menos si va y se arranca a cantar, como suele.

querida_enemiga dijo...

¿No tenía costumbre la familia de este señor rey empalar a las personas?

Y no es que quiera dar ideas...

Tamaruca dijo...

Lo malo es que, mientras le estuviesen clavando el turbante al cráneo, seguiría sin callarse. Qué te apuestas.

GUANDARRRR dijo...

No estoy a favor del plan de clavarle un turbante, ¿encima hacerle mártir? quita quita. La mayor tortura para este tío sería que todos le ignorasen, quitarle su programita y sus discursos.

Achab dijo...

Dentilla:

Creo que no tienen aeropuerto.

Esther:

Un encanto.

Ginebra:

Pues "El Rey" no le queda mal.

Enemiga:

El mismo era muy dado a ello. Castrar gente también le gustaba.

Tam:

Si le aciertan en el centro del habal lo mismo.

Guandarrrr:

No hay modo de ignorarlo, te sigue dando la vara hasta que le escuchas.