Entre los etílicos bamboleos televisados que Boris Yeltsin prodigaba en sus buenos tiempos y las crónicas del soldado fanfarrón yo había acabado por concluir que, en Rusia, sólo permanecía sobria la fauna y la flora. Pues bien parece que ya ni eso.
Según se rumorea, Su Majestad, es decir, la nuestra, gusta de la caza mayor. Normal: un borbón de dos metros apiolando un conejo de tres palmos quedaría demasiado ridículo. Como por estas tierras celtibéricas casi todos los bichos grandes y peludos los cazamos y devoramos cuando la capital estaba en Atapuerca, el monarca los abate en el extranjero, que hay más remanente. Parece ser, pues, que hace unos meses ciertas autoridades provinciales rusas le organizaron una apasionante cacería de plantígrados.
Primer problema, los osos no son de fiar y no siempre colaboran como es debido al noble y vistoso acto de dejarse matar a tiros. Se conoce que no es cosa que apetezca siempre. Por ello es aconsejable encontrar un oso de confianza que esté dispuesto a cumplir su parte del contrato. Los organizadores encontraron un bonito y colaborador ejemplar llamado Mitrofán.
Este era, precisamente, el segundo problema: Mitrofán era demasiado colaborador. Años de trabajo como mascota le habían colocado más próximo a los osos amorosos que al oso que mató a Favila. Si hubieran presentado a Mitrofán en su estado habitual, lo menos que podía haber pasado es que se pusiera a hacer juegos malabares subido a un monociclo; lo que será muy vistoso, pero resta notable mérito al abatimiento de la bestia.
Los rusos, pueblo ingenioso donde los haya, tenían una solución. Bueno, tenían una solución, un cubo de miel y varias botellas de vodka, cuya conveniente administración quitó a Mitrofán las ganas de hacer el oso, nunca peor dicho. De este modo, el Rey (en mayúscula) pudo aliviar su pulsión cinegética sin sospechas de haber sido timado, los anfitriones quedaron como reyes (estos en minúscula) y Mitrofán perdió todos los puntos del carnet de conducir de camino al cielo de los osos.
Menos mal que estas aventuras cazadoras las emprende el Rey en la Rusia del siglo XXI, que si lo llega a intentar en la URSS del XX lo mismo le sueltan a un trostkista con abrigo de peluche, que dicho sea de paso, quedan muy monos disecados junto a la chimenea.
jueves, octubre 26, 2006
Coctelería para plantígrados
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8 comentarios:
Debía ser un espectaculo lamentable y triste. Pero por diós que estamos haciendo!!!!???
Pero si eso se ha hecho siempre. Hace 20 años, en una feria local en Bulgaria (justo al ladito de la frontera con Turquía, tan al ladito que escupías y dejabas cegarato a un turco) unos gitanos me invitaron a hacer bailar a un oso de verdad, con su argollita de oro en la nariz y todo. Bailamos (ni les cuento las pulgas que me pegó aquel bicho) y después le dieron de premio un barrilito de raki (que es un licor que se parece mucho al chinchón). Luego, mientras nosotros nos bebíamos otro barrilito (otro, porque a mi me daba un poco de asco compartir las babas del oso) me contaron que tenían al oso todo el día al borde del coma etílico.
:´(
Pero si con lo de la vela y el esquí se entretenía también y no hacía daño a nadie...
Odio a los cazadores. Sean reyes o Reyes, sean lo que sean, los odio. Sobretodo cuando se dedican a cazar con todas las ventajas. ¿A qué no se enfrentan a un cuerpo a cuerpo con el osito, borracho y todo? me apuesto lo que sea a que el tal Mitrofan hubiera ganado, a pesar de todo.
En fin, que parece ser que el único animal salvaje que hay sobre la tierra seguimos siendo nosotros, ni los tiburones blancos hacen tanto el bestia, y mira que a mandíbula nos ganan...
Lamentable, como dice Lluna. Y triste, muy triste...
Besitos
Luna de foc:
A lo mejor los osos borrachos son discretos y se limitan a bambolearse.
Gin:
Pues entonces lo mismo Mitrofán estab en su estado habitual, qué cosas.
Alfina:
¿Y no sería mejor que se disfrazase de Rey e invitara a la oso?
Florecilla:
Con el esquí a veces se hacía daño a a sí mismo.
Esther:
A mí, mientras los bichos estén sobrios y sean abundantes la verdad es que los cazadores no m emolestan.
Es una historia triste, a mi la caza me parece una cosa de salvajes, el final de Mitrofan iba a ser el mismo en cualquier caso, yo me alegro de que intentando otra cosa le evitaron sufrimiento.
Que asco de verdad
A mí la caza me parece una cosa que no haría, pero me como sin dudar lo que se consigue gracias a ella.
Siendo carnívora no estoy en contra de la caza controlada, pero andar emborrachando a los bichos me parece una forma muy rara de conseguir el buen gusto en la carne.
Pero criatura, que cosas se te ocurren.¿No te estarán colocando los temas jurídicos? Tanto cantar, tanto cantar....Te esta dando una visión un poco LSD de la life.
Podías hacer otro con la caza del zorro porfissss....
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