Los antiguos romanos eran muy dados a bañarse en manada. Como el mundo siempre ha estado lleno de cotillas no era infrecuente que la gente aprovechara la ocasión para sacar a relucir los defectos de apariencia, constitución o higiene de sus conciudadanos. El poeta Marcial, que tenía tan mala uva como escasa paciencia, se decidió a fustigar a los importunos con un feroz epigrama:
"Spectas nos, Philomuse, cum lavamur,
Et quare mihi tam mutuniati
Sint leves pueri, subinde quaeris.
Dicam simpliciter tibi roganti:
Pedicant, Philomuse, curiosos."
Dado que hoy tengo el día ingenioso, se lo voy a traducir en verso:
"Nos miras, Filomuso, a la hora del baño
y de continuo preguntas para qué me acompaño
de chicos tan dotados, tan jóvenes y hermosos...
Responderé con franqueza a tu pregunta:
-Sodomizan, Filomuso, a los curiosos."
Cardedeu, provincia de Barcelona, debe de ser un pueblo con mucha influencia romana, pues los responsables de la escuela pública de educación primaria "Les Aigües de Cardedeu" propusieron que, tras las clases de gimnasia, los alumnos de uno y otro sexo compartieran tanto la ducha como los vestuarios. La medida estaba orientada a promover una "mejor aceptación del propio cuerpo" y "favorecer la coeducación", pero, desgraciadamente, fue rechazada por la estrechez de miras de los padres.
El asunto es francamente escandaloso. Prejuicios tan absurdos como los de estos progenitores barceloneses han lastrado ya la educación de suficientes generaciones de españoles. Por ducharme solito a los once años, el desconocimiento de mi propio cuerpo ha degenerado en desconfianza y ésta en conflicto civil. Hace años que no me hablo con mi bazo, el píloro me ignora y con el músculo esternocleido- mastoideo -un engreído lechuguino con pretensiones de nobleza- no me puedo llevar peor.
Es urgente llegar a un acuerdo que salve tan importante medida educativa. Lo mismo, si se permitie que los alumnos entren a las ducha con un par de esclavos como los de Marcial, los padres se tranquilizan un poco y dan su autorización.
De este modo, salvadas las diferencias, podríamos marchar todos juntos, de la mano y en porretas, a la búsqueda del progreso y la felicidad.